Asegurate de tener el cuerpo relajado.
Cierra los ojos.
Realiza unas cuantas respiraciones.
Siente que respiras hacia el bajo vientre.
Observa cómo se expande y se contrae ligeramente cada inspiración y expiración.
Toma consciencia del campo energético interno del cuerpo.
No pienses en él: siéntelo.
Al hacerlo, arrebatas consciencia a la mente. Si te sirve de ayuda, usa la visualización de la "luz"
Cuando sientas claramente el cuerpo interno como un campo unificado, abandona, si te es posible, cualquier imagen visual y céntrate exclusivamente en la sensación.
Si puedes, abandona también cualquier imagen que pueda quedarte del cuerpo físico.
Lo único que te quedará es una sensación onmiincluyente de presencia o "de Ser", y sentirás que el cuerpo interno no tiene límites.
A continuación ahonda con tu atención en esa sensación.
Házte uno con ella.
Fúndete con el campo energético, de modo que desaparezca la percepción de dualidad entre el observador y lo observado, entre tu y tu cuerpo.
Poco a poco se va disolviendo la distinción entre lo interno y lo externo, de modo que ya no queda cuerpo interno.
Entrando profundamente en el cuerpo lo has trascendido.
Manténte en el reino del puro Ser el tiempo que te resulte cómodo; después vuelve a tomar conciencia del cuerpo físico, de tu respiración y de los sentidos físicos, y abre los ojos.
Observa tu entorno durante unos minutos meditativamente -es decir, sin ponerle etiquetas mentales- y entretanto sigue sintiendo tu cuerpo interno.
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