

Osho: ¿Por qué me duele tanto abandonar las cosas que me causan
Sufrimiento?
Las cosas que te causan sufrimiento también deben de proporcionarte algún placer, porque en otro caso no se plantearía la pregunta. Si fueran puro sufrimiento las habrías dejado. Pero nada en la vida es puro; todo está mezclado con su opuesto. Todo lleva su opuesto en el vientre.
Lo que llamas sufrimiento, analízalo, adéntrate en él, y verás que te proporciona algo que te gustaría tener. Quizá aún no sea real, quizá se trate de una simple esperanza, quizá de una promesa para el mañana, pero te aferrarás al sufrimiento, te aferrarás al dolor, con la esperanza de que mañana ocurra algo que siempre has deseado y anhelado. Sufres, pero con la esperanza del placer. Si fuera puro sufrimiento, sería imposible que te aferraras a él.
Observa, presta más atención a tu sufrimiento. Sientes celos, por ejemplo, y eso te hace sufrir. Pero mira a tu alrededor: algo tendrá de positivo. También te proporciona cierto ego, la sensación de ser distinto de los demás, cierto sentimiento de superioridad.
Tus celos al menos se disfrazan de amor. Si no sientes celos quizá pienses que has dejado de amar, y te aferras a esos celos porque te gustaría aferrarte a tu amor, o al menos a tu idea del amor. Si tu pareja se va con otra persona y no sientes celos, empezarás a pensar Inmediatamente que has dejado de amar. Llevan siglos diciéndonos que los amantes son celosos. Los celos se han convertido en parte intrínseca de tu amor, sin celos el amor muere; el llamado amor sólo puede vivir con celos. Si quieres tu amor tendrás que aceptar los celos y el sufrimiento que producen.
Y tu mente es muy astuta, muy lista, y encuentra racionalizaciones. Te dirá: "Es natural sentir celos". Y parece natural porque a todos les pasa lo mismo.
Tu mente dirá: "Es natural sentirse herido cuando te deja tu amante, porque tú has amado mucho. ¿Cómo evitar el dolor, la herida,cuando te deja tu amante?".
En realidad, disfrutas de esa herida, de una forma inconsciente, muy sutil. Esa herida te hace pensar que eres un gran amante, que has amado mucho, Profundamente.
Tu amor era tan profundo que estás destrozado por el abandono de tu amante. Incluso si no estás destrozado, fingirás terriblemente, llorarás... Y quizá tus lágrimas no sean verdaderas, Pero para consolarte, para pensar que eres un gran amante, tendrás que llorar.
Observa cada clase de sufrimiento: o encierra algún placer que no estás dispuesto a perderte, o una esperanza, como la zanahoria que le ponen delante al asno. Y parece tan cercano, a la vuelta de la esquina, y después de tanto viajar, la meta parece al alcance de la mano... ¿Por qué dejarlo? Ya encontrarás alguna racionalización, alguna hipocresía.
Si vives momento a momento, en su totalidad, no habrá arrepentimiento, ni culpa. Si has amado totalmente, no habrá ninguna duda. Si un día el amante se marcha, sencillamente significa que vuestros caminos se separan. Podemos despedirnos, podemos darnos las gracias. Compartimos mucho, amamos mucho, hemos enriquecido mutuamente nuestras vidas... ¿Por qué llorar, por qué sufrir?
Pero los seres humanos están tan metidos en sus racionalizaciones que no pueden ver más allá. Y lo racionalizan todo; incluso las cosas más sencillas se hacen muy complicadas.
Me preguntas: "¿Por qué me duele tanto abandonar las cosas que me causan sufrimiento?".
Todavía no estás convencido de que te causen sufrimiento. Digo que te causan sufrimiento, pero que tú aún no estás convencido.
Y no se trata de que yo lo diga; lo fundamental es que tú lo comprendas: "Estas son las cosas que me hacen sufrir".
Y tienes que comprender que en tu sufrimiento has invertido mucho.
Si quieres esas inversiones tendrás que aprender a vivir con el sufrimiento; si quieres librarte del sufrimiento, también tendrás que abandonar esas inversiones.
¿Te has fijado en una cosa?
Si le cuentas a alguien lo mucho que sufres, se pone de tu parte, te comprende.
Todo el mundo compadece al que sufre. Si te gusta que la gente te compadezca, no puedes
Olvidar el sufrimiento; en eso has invertido.
Osho-Alegría
Págs. 144,145,147
María Arriero
No hay comentarios:
Publicar un comentario